Ocho lunas antes de que amaneciera
en tu calva feroz, como al descuido,
dejé las huellas de mi paso encinto
de novedades, sueños y quimeras.
Ocho lunas antes de que fuera
tu fe mayor, mi sumo escepticismo
mamé la savia viva del Sí Mismo
en noches de vigilias y de espera.
Ocho lunas antes de que el sol
saliera con su garbo a transtornarme,
junté coraje, me sumí en el cieno,
y no tuve otro remedio que quedarme.
Ocho lunas antes de tu arribo,
Señor del Sol, gigante de la nieve,
corrí por el pasillo a paso leve
para ver si te traía conmigo.
Ocho lunas antes, finalmente,
antes del término de toda empresa,
antes de desmayarme en la sorpresa
de tu risa demente,
lloré los cantos que no había tenido,
reí las risas que ya había llorado,
y del martirio lento del pasado
extraje un día nuevo y redivivo.
jueves, julio 26, 2007
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