sábado, agosto 16, 2008

Hoy quiero compartir este texto brillante de Edgar Alan Poe, aunque vale aclarar que empiezo a ser un poquito más optimista que él respecto de la conclusión a la que llega al final.

“Escucha, hijo mío, dijo el demonio poniendo su mano sobre mi cabeza...

Edgar Allan Poe, “Silencio”

Los humanos pecamos de soberbia del saber, del conocimiento y seguridad de nuestras afirmaciones, cuando la realidad es totalmente distinta. Los humanos adolecemos de carencias de conocimientos vitales, esos tan necesarios para poder sobrevivir en circunstancias adversas. Por carecer carecemos del conocimiento desarrollado que nos haga comprender la razón de nuestra existencia. Y cuando digo conocimiento desarrollado, me refiero a la teoría razonada y científicamente probada de esa razón existencial.

Las incógnitas fundamentales desde los orígenes de nuestra especie, y que se resumen en tres principales:

¿Quiénes somos?

¿De dónde venimos?

¿Hacia dónde vamos?

Siguen sin respuesta científicamente desarrollada. En su lugar hemos creado otro tipo de respuestas: los mitos, los cuentos, las fantasías y las religiones que en el mundo han sido y son. El hombre, artífice capaz de inventarse todos los cuentos, de contarse todos los cuentos, de enterrarse con cuentos, con mitos, con miedos al vacío, con temores al no ser, a la nada. Y se creyó sus propios cuentos, y guerreó contra otros dioses y sus cuentos, y creó dogmas de fe absoluta a base de sus propias mentiras durante siglos y milenios.

Repite mil veces una mentira y se convertirá en verdad. Eso lo sabían muy bien los propagandistas políticos nazis y stalinianos. Y lo siguen sabiendo los poderosos actuales. Y lo saben las iglesias de toda índole. Con los siglos nos dedicamos a la auto-limitación de nuestro propio saber, a la manipulación de las palabras, del lenguaje.

Los antiguos griegos crearon un término para definir aquellas situaciones complicadas, que hacían difícil seguir adelante en una cuestión problemática: aporía. Sería lo que conocemos actualmente como: contradicción. El filósofo Zenón de Elea (no muy apreciado por Aristóteles y Platón) fue uno de los más estudiosos de esas aporías o contradicciones y uno de los creadores de la lógica. Esto viene a cuento de la cantidad de contradicciones que los humanos no hemos conseguido superar a lo largo de nuestra existencia. En realidad somos seres contradictorios, en continuo enfrentamiento dialéctico con nosotros mismos, con las ideas e ideologías del momento (de éstas quedan pocas).

Nietzsche escribió sobre la problemática de las personas en cuestiones de contradicción, cuando tropezamos con esos puntos límites en la periferia de nuestro pensamiento. Ahí “la lógica se enrosca sobre sí misma y acaba por morderse la cola”. Para el filósofo alemán, eso sigue siendo adquisición de conocimiento y de saber: El conocimiento trágico. En ese punto somos conscientes de nuestra limitación, de nuestras propias contradicciones. Es la tragedia existencial: sabemos que existimos, pero no la razón; sabemos de la necesidad de una Ética Universal, pero no la desarrollamos; sabemos de la fragilidad del planeta, pero lo estamos esquilmando de forma acelerada; sabemos del sufrimiento inútil, pero no cesamos de hacer sufrir.

Las mentes pensantes (me refiero al poder) deciden en nuestro nombre. Se consideran poseedores del conocimiento total. Deciden sobre miles o millones de vidas justificando el bienestar de generaciones futuras. Programan guerras justificando el progreso de la miseria, matanzas en beneficio de la economía ¿global?. Son los benefactores de la globalización. Sin límites del saber. La humanidad perdió el norte hace milenios. Quizás nunca lo tuvo.Y nunca lo tendremos. A este paso.....

viernes, agosto 08, 2008

Chico cantando para las Madres.

viernes, agosto 01, 2008