jueves, julio 26, 2007

Ocho lunas antes de que amaneciera

en tu calva feroz, como al descuido,

dejé las huellas de mi paso encinto

de novedades, sueños y quimeras.

Ocho lunas antes de que fuera

tu fe mayor, mi sumo escepticismo

mamé la savia viva del Sí Mismo

en noches de vigilias y de espera.

Ocho lunas antes de que el sol

saliera con su garbo a transtornarme,

junté coraje, me sumí en el cieno,

y no tuve otro remedio que quedarme.

Ocho lunas antes de tu arribo,

Señor del Sol, gigante de la nieve,

corrí por el pasillo a paso leve

para ver si te traía conmigo.

Ocho lunas antes, finalmente,

antes del término de toda empresa,

antes de desmayarme en la sorpresa

de tu risa demente,

lloré los cantos que no había tenido,

reí las risas que ya había llorado,

y del martirio lento del pasado

extraje un día nuevo y redivivo.

viernes, julio 20, 2007

Cuando suenen las campanas de la fiesta
en los oídos y en los corazones
no olvides que soy barro de esta tierra,
que en el hueso me afectan sus dolores.
Cuando todo el estruendo se desate
y vibren los tambores inocentes
no olvides que yo estaba de remate
y que tu picardía mandó al frente
a todo mi arsenal de indefensiones,
a la ingenuidad que detentaba,
echándole una lluvia de razones
que apabullaron todas mis palabras.
Y cuando se oigan fuerte los timbales
que llamen a la gente a la parranda
no olvides que si éramos iguales,
ahora nos une la misma propaganda.

miércoles, julio 18, 2007

Ayer, había un cambio:
el planeta iba a sentir nuestro amor.
Los correos han permanecido
casi mudos, hasta hoy;
los comentarios
han sido escasos.
Ayer, en todo el globo,
la Humanidad iba a meditar
para la curación
de Gaia.
Yo no sé
si el intento funcionó.
Ignoro
si hoy estamos mejor.
Pero solo se trata de insistir.
Y el día llegará
en que viviremos todos
como Lennon lo soñó.

miércoles, julio 11, 2007

En el remanso del día,
mientras observo mis manos,
que no se achican ni estiran,
que no se hunden ni flotan,
que no acarician ni pegan,
mis manos, sin otro oficio
que deambular por las teclas,
guardo un anhelo chiquito
en el borde de la mesa,
dispuesto a saltar bien lejos
cuando entres por esa puerta;
tengo un oído zumbón
que te cita todo el día,
y un aire a camaleón
escondido entre las hojas.
Si he de tenerte, que sea
por una vez o por todas.
Si has de montarte en mi espera
que sea para las pocas
ocasiones en que yo
me sumerjo tras tus pasos,
empuñando un verso nuevo
y tu huella, como atajo.

martes, julio 03, 2007

El Martillo de Plata de Maxwell
suena en el comedor,
mientras reviso mi mente,
urdo trampas, pido amor.
La noche, helada y ajena,
cubre misterios en salva.
Un casette viejísimo rueda
por el alma.
Las viejas alegrías,
hoy remasterizadas,
me bailan un balet
con esperanza.
Y mientras tanto,
tu cara en mi cabeza,
urdiendo maravillas
que sólo yo cosecho,
al tiempo que sigue tu voz,
secreta, en mi oído,
trayendo sentido
a este corazón.