Estudiar los pasajes de tu ruta.
Ayunar tus comidas, una a una.
Trascender la amistad sin terminarla.
Navegar el camino de la luna.

Salpicarme de vos, casi sin aire.
Reflotar por el lago del olvido.
Acariciar tan solo lo querido.
Y no esperar que cambie.

Desde que se esconde lo que será secreto hasta que se muestra lo que será famoso; desde que se arrima la pareja al centro hasta que se alejan, cada uno a su paso; desde que se pierde noción del olvido hasta que se pierde noción del recuerdo, desde allí hasta acá, te quiero.

Te digo  y te repito, y lo repetiré hasta que me canse, que las oportunidades hay que buscarlas, que ninguna oportunidad te pasa por al lado con una remera con grandes letras doradas que dice OPORTUNIDAD.

Le apunté al lapicito que señala publicación, porque hace más de 4 (CUATRO) meses que te tengo abandonado, blog querido. He estado echando una ojeada a otros blogs, y el espantoso alarde de erudición que hacen algunas, sencillamente me relaja. ¿Todo el mundo acumula conocimiento sólo porque le interesa, porque lo mata la curiosidad? ¿O será que hay algunos bichos que sólo lo hacen para alimentar su ego? Qui lo sá. ¡Te quiero, mi bloggie!

ANTES DEL EXAMEN Pasaba sin pasar la madrugada aquella, la previa al examen. Dolían los huesos, donde los antibióticos y (peor aún) los...¡antiarrítmicos! se insertaban dificultosamente. Dolían los años. Ya iban para tres, siempre pegados a la misma, desagradable, antipática, insoportable materia. Vos ibas y venías con tu aire casual. Pero no podías evitar las contracturas de tu cuello, que, más tarde o más temprano, te delataban. Eran las cuatro de la mañana. De repente, empezó a sonar el teléfono. Avisaban que acababa de morir mi tía. Ya estaba enferma, era previsible. Pero los dos nos miramos, y pensamos lo mismo: Estamos de velorio...¡Nos presentaremos en el próximo llamado!

Desde la nube que nubla las promesas hasta la niebla que impide verlas cumplidas; desde el boxer que agoniza en la avenida al matungo que ya ni vale lo que pesa; de la decepción de la conquista al final de esa historia de amor larga, todas, todas las cosas que se truncan, y toditas las cosas que terminan son el germen de un nuevo amanecer, que más vale estar despiertos para ver.

Esperando la siega de la siembra, el cordel que desate el paraíso: cuatro tiros al aire sin permiso y el último minuto, y la moneda... Por volver a jugar a cruz o cara, por levantar pulgares en volandas, por festejar el triunfo con más risas. Por volver a cantar que todo pasa...