viernes, febrero 20, 2009

Las imágenes dan paso a los sonidos, y en una vieja calesita escondida en un rincón de mi memoria, se escucha el tintineo de los cascos de los caballitos de madera, subiendo y bajando, interminablemente, hasta dar vuelta a la rueda que acabará por pararse.
Una mezcla de canciones bulle en mi oído ante esa sensación de déjà vu de la imagen en mi cabeza. Y en mis orejas.
Muevo un poco la antes citada (cabeza), y de allí emergen ahora, como mágicamente, un gusano loco y un tren fantasma. Al primero me subo sin dudarlo. Me encanta corcovear sobre el gusano delirante.
Al tren fantasma, en cambio, no me le animo. Como diría un paisano, no son moco 'e pavo los fantasmas que uno lleva adentro, como para que encima le agreguen fantasmas en vivo y en directo...
Finalmente desdeña mi vuelo panorámico por un día de mi infancia aquella montaña rusa tan amenazante, y me entretengo jugando al juego más aceptable de los que encuentro camino a la salida.
Ya está.
La recorrida me deja otra vez acá, sentada frente a la máquina, boquiabierta y preguntándome dónde se había escondido, durante taaanto tiempo, mi niñez.

viernes, febrero 13, 2009

De Miguel Hernández. ¡Cuán bello es!!!!!!!!!...

jueves, febrero 12, 2009

ASOMBRO



Todo lo que se me ocurre decir es que mi alma está tan nublada como el día. Acuden recuerdos a mi mente que flota por entre las distracciones del momento. De repente, una estela de novedades dejada por el suspiro de una vecina, me lleva a otros puertos, a otras disquisiciones, a otras teorías, a un océano distinto.

El mar de mar de mis dudas se somete a esa cometa que surca el espacio derrumbando temores, y de mis manos vacías emerge una paloma: acabo de debutar como prestidigitadora. La maga de Cortázar entendía poco de datos y muchísimo de sensaciones. La maga en que estoy trasmutando entiende sólo de asombro.

No sabe dónde se gesta la maravilla, pero asiste a ella, no como la artífice, sino como la primera sorprendida.

Un aluvión de aplausos etéricos pintael cielo de roko...¿o serásimplemente la horadel atardecer? Cuando aprendemos a convivir con la maravilla, todo se transforma en un milagro: ya no hay atardeceres, sino cuadros que la Naturaleza pinta en nuestras pupilas asombradas. Ya no hay pájaros, sino coros celestes saludando nuestro paso. Ya no hay conocidos que nos dicen buenas tardes,sino ángeles disfrazados de humanos haciendo más llevadero nuestro tránsito por este insólito planeta azul.

lunes, febrero 09, 2009

Imperdible: Roberto Carlos cantando con Chico O Qué Será (A Flor da Pele).

domingo, febrero 08, 2009

Sin la fiesta que tus ojos le dedican a mis ojos...
tuyos fueran los despojos de mis manos casi muertas.
En la huerta de las penas donde planto rabanitos,
de puro rojos y blancos, de puro fieros, bonitos,
qué sería de mis manos si no pensaran las tuyas,
dónde iría el Aleluya que cantaron tus compadres...
Sin un perro que me ladre, ni señal que lo instituya,
la bulla que voy armando por las veredas y calles,
de tanto gritar tu nombre, en crestiano o en francés,
de tanto darle al envés de mi lengua sobre el sobre
que no envío a domicilio (porque el domicilio es lejos)
y mis pasos andan lentos para llegar al correo,
ahora que miro y te veo en cada computadora,
cada foto de los diarios, cada sonrisa sincera,
qué he de hacer con la chorrera
de emisarios y enviados
que he mandado hasta tu tierra,
llevándote mil recados?
Si vos venís para acá, y el verso se nos acaba.
Es la hora de las manos. Ya pasó la hora del verbo.
De cuando estuviste loco, de tan loco,
andabas cuerdo, por los bares, preguntando
quién sabía algo de mí. A mí,
en cambio, me llegaban noticias de todo tipo.
Hasta un tipo, vino, un flaco, a citar discografía.
No faltó ni que mi tía me trajera tus noticias.
Mientras tanto, yo, huía, como era mi costumbre.
Pero encendiste la lumbre...y morí con tu poesía.

martes, febrero 03, 2009

Las luces.

Las luces se encienden sin que nadie las vea.

Se encienden sin que nadie las vea, pero ¡cuántos las sienten!

Tantos las sienten, juntan tantas, que deciden repartirlas por las calles.

Por las calles se ven transeúntes distraídos, transeúntes preocupados, transeúntes apurados, y vos.

Vos, que paseás tu alegría sin el menor cuidado, tirando besos al cielo cada vez que te acordás de él, esto es, cada dos minutos.

Y cada dos minutos, aunque nadie te mire ni te advierta, el sol te hace un guiño y se enciende y se apaga y se vuelve a encender, como un ojo que se cierra y se abre.