jueves, julio 26, 2007

Ocho lunas antes de que amaneciera

en tu calva feroz, como al descuido,

dejé las huellas de mi paso encinto

de novedades, sueños y quimeras.

Ocho lunas antes de que fuera

tu fe mayor, mi sumo escepticismo

mamé la savia viva del Sí Mismo

en noches de vigilias y de espera.

Ocho lunas antes de que el sol

saliera con su garbo a transtornarme,

junté coraje, me sumí en el cieno,

y no tuve otro remedio que quedarme.

Ocho lunas antes de tu arribo,

Señor del Sol, gigante de la nieve,

corrí por el pasillo a paso leve

para ver si te traía conmigo.

Ocho lunas antes, finalmente,

antes del término de toda empresa,

antes de desmayarme en la sorpresa

de tu risa demente,

lloré los cantos que no había tenido,

reí las risas que ya había llorado,

y del martirio lento del pasado

extraje un día nuevo y redivivo.

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