miércoles, abril 11, 2007

Los puños en la mesa.
La comida pasada.
El recuerdo de un hada
que traía sorpresas.
La juventud vetusta,
el viernes con antenas,
las cadenas que te atan
a tu vieja condena.
La rutina, esa sierpe
que se sirve con vino;
con cubierto elegante
y con mantel de hilo.
La rutina: ese fiasco
que se asoma en retazos,
devanando los restos
de abriles más lozanos.
La rutina: ese puente
a algo más que la nada;
la pasión repetida...
como comida usada.

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