viernes, septiembre 14, 2007

Nidos de sierpes redondas
mueren en cálidas playas
donde aunque haya un gemido,
un rencor, un latido, una pena,
la soledad encadena
llantos, estrellas y gritos.
Rumbo de mar en las venas
de una sirena salada,
que se parece a las hadas
en insólitas respuestas;
si la fiesta se demora
cursaré la invitación
a los duendes del rincón,
para que pasen las horas.

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