jueves, julio 24, 2008

Tendrá la aurora un olor a tierra mojada. Los pájaros sabrán del amanecer y lo saludarán trinando.
Las nieves de otras latitudes no ensombrecerán un ápice al rotundo sol.
Las playas serán nidos de paz.
Cada montaña habrá aprendido a ser parte de una sinfonía.
Los oráculos señalarán el infinito.
Y los ángeles tendrán cara. Y el planeta ya no tendrá cruz.

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