sábado, enero 31, 2009

Imaginar escalas
en el viaje a tus brazos
es como ponerle muros
al vuelo de las águilas.
Dos pichones de cuervos
espían el paisaje
sobrevolando
con la imaginación
un campo de trigo:
los veo.
Amarillo, negro,
negro y amarillo:
¡taxis!
Taxis hacia tus brazos
en medio del campo.
Hay antenas
que conectan corazones.
El mío
tiene un cableado
unidireccional:
siempre, siempre,
termina en tus ventrículos.

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