jueves, marzo 22, 2007

Me pregunto qué queda de tanto vuelo,
tanto sueño remoto, tanta esperanza fresca.
Me pregunto qué queda de tus canciones,
y aquel himno a la vida que eran tus letras.
Ahora todo se reduce y se atomiza,
se vuelve doméstico y cercano.
Nada de aquellos viajes de ultramar
donde tu musa soñaba con mis manos.
Estruendo en mi cabeza: diez mil cristales
astillándose al tiempo que te despiden,
y te ven irte, fresco, como si nada,
como si lo vivido fuera cenizas.
Dónde está, mago bendito de mi alborada,
tu varita de versos al por mayor.
Dónde, tu estela sabia, tu sabia huella,
que edificó mi rumbo con un rumor.

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