jueves, noviembre 23, 2006

La tarde se desgrana en mil matices
mientras la lluvia llueve mi esperanza.
Un ruido que ensordece me distrae
y no veo ni agentes ni causantes.
Un gorrión escondido en otro lado
me muestra su temor a la tormenta.
En la nube más gris, como un presagio,
veo surgir querubines que me alientan.
Es todo oscuro, gris, torvo, pesado.
Y sin embargo siento, cuando canto,
que el arcoiris está aquí, aquí, acechando,
como una bendición con un milagro.

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